Hoy la Iglesia nos invita a vivir la alegría. Este “Domingo de Gaudete” nos recuerda que el Señor está cerca y que su presencia transforma nuestras vidas. Las lecturas de hoy son como un canto de esperanza: Sofonías nos dice que Dios está en medio de nosotros, alegrándose y renovándonos con su amor. Pablo nos anima a no dejarnos vencer por las preocupaciones, sino a presentar todo a Dios con gratitud y confianza.
El Evangelio nos plantea una pregunta que nace del corazón de la gente sencilla: “¿Qué debemos hacer?”. Juan Bautista no da respuestas complicadas, sino consejos prácticos: compartir con quien tiene menos, ser honestos en nuestras tareas y no aprovecharse de los demás. Nos muestra que preparar el camino al Señor no es algo reservado a unos pocos, sino un llamado a todos, en nuestra vida cotidiana: en la finca, en el mercado, en casa o en el trabajo.
Este mensaje de Adviento nos invita a reflexionar. ¿Qué podemos hacer nosotros para preparar el corazón para la Navidad? Quizás sea reconciliarnos con alguien, ser más generosos con quien lo necesita, o simplemente mirar con amor a los que están cerca. La alegría de este tiempo no es superficial; viene de saber que Dios nos ama, que nos acompaña, y que en Jesús encontramos la paz que nuestro corazón busca.
También debemos recordar que la verdadera alegría no se queda guardada. Como dice el Papa Francisco en Evangelii Gaudium, el bien y la alegría tienden a compartirse. Seamos testigos de esa alegría en nuestras comunidades, con gestos simples, como un saludo amable, un consejo, o una ayuda concreta. En nuestras manos está ser reflejo del amor de Dios que renueva y consuela.
Que este Adviento nos llene de un gozo profundo. Dios nos invita a alzar la mirada y descubrir su presencia en nuestras vidas. Confiemos en Él, presentémosle nuestras preocupaciones y abramos nuestro corazón para que, como dice Sofonías, nos renueve con su amor y exulte con nosotros como en día de fiesta. ¡El Señor está cerca! Vivamos con esperanza y alegría esta maravillosa espera.